viernes, 21 de agosto de 2009

Cerro de la Muerte (parte 1)


Por fin vuelvo a casa. He tenido ocasión de correr por Costa Rica e hincharme a ver pájaros, que fue casi la principal razón de este viaje en el que he observado unas 400 especies de aves y he superado la barrera psicológica de mi listado personal de las 1.500, honor que correspondió a Harpagus bidentatus, una especie de gavilán. Muchas selvas, mucho calor, lluvia y mosquitos, por lo que se agradeció dormir unas noches con mantas y bolsas de agua caliente a 2.800 metros de altitud, en las inmediaciones del Cerro de la Muerte, en plena Cordillera de Talamanca. La Cordillera de Talamanca es realmente un plegamiento calizo entre volcanes, que alcanza los 3.700 metros en el Cerro Chirripó, no muy lejano. Estamos en las laderas del Cerro de la Muerte, cumbre de 3.400 metros, creo recordar, con laderas cubiertas de selvas de montaña, frío y niebla. Esta cordillera alberga un montón de aves endémicas como el fabuloso colibrí Partene insignis. Una tarde, la pasé bajo el paraguas por lo que aproveché para ver un poco los líquenes que se encuentran en estas selvas de niebla. Encuentro el bonito líquen terrícola, Phyllobaeis imbricata, que a primera vista confundí con alguna especie de Icmadophila. Ya sobre las cortezas de estos árboles fantasmales, cargados de helechos, bromelias, orquídeas, musgos y por supuesto líquenes, encuentro común Erioderma leylandii, que por ahora no sé si seguira siendo o se habrá aceptado la especie nueva Erioderma barbellatum, endémica de la zona. Es un pequeño líquen de unos 5 cm. de diámetro, folioso, unido a la corteza por un solo punto, con apotecios marrones y muy, muy tomentoso. También encontré un conocido Pseudocyphellaria crocata.
Erioderma leylandii, Cerro de la Muerte, Cordillera de Talamanca (Costa Rica)
Phyllobaeis imbricata, Cerro de la Muerte, Cordillera de Talamanca (Costa Rica)

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