Caminando por las levadas, canalizaciones de agua, que recorren la isla de Madeira, nos adentramos por los bosques de niebla, laurisilva. Humidísimos bosques de árboles, no demasiado altos, en los que crecen exuberantes musgos, hepáticas, helechos y líquenes, rodeados de cascadas y agua por doquier. Estos bosques apenas llegan a los 1.000 metros de altitud, altitud a partir de la cual son sustituidos por el fayal-brezal (hay una entrada en este blog al respecto). La composición liquénica tiene mucho en común con lo que se encuentra en el fayal-brezal, añadiéndose a ese listado, especies muy amantes de la elevada humedad ambiental. Especies como Nephroma resupinatum, Collema polycarpon, Protoblastenia sp., Normandina pulchella o Lobaria pulmonaria y diversas Cladina y Cladonia son abundantes. Caminando por la levada do Castelejo, en el término de Cruz, los abundantes y confiados pinzones vulgares de la subespecie endémica, F.c.maderensis y alguna paloma de Madeira, Columba trocaz, también endémica de la isla, recuerdan constantemente, de que estás ya bastante lejos de cualquier costa continental.
Collema polycarpon y Protoblastenia sp., Levada do Castelejo, Cruz, Madeira (Portugal), marzo 2009 Nephroma resupinatum, Levada do Castelejo, Cruz, Madeira (Portugal), marzo 2009 La hepática Plagiochasma rupestre, Levada do Castelejo, Cruz, Madeira (Portugal), marzo 2009
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