Godafoss, la Cascada de Los Dioses es uno de esos sitios del Norte de Islandia que hay que visitar. La forma el río Skjalfandafljot al atravesar los campos de lavas del volcán Barthardalur, hoy cubiertos de Calluna, musgos y por supuesto, de líquenes. Son lavas un tanto ácidas, seguramente andesitas, sobre las que crecen cositas que me son familiares: Lecanora muralis y L. rupicola, Porpidia macrocarpa, Rhizocarpon lecanorinum, Rinodina beccariana, Cladonia chlorophaea, Tephromela atra y Alectoria ochroleuca, entre otros muchos, pero en los que no repara. Sorprenden 2 especies. Una es la familiar Parmelia saxatilis, pero tan cubierta de isidios que resulta irreconocible. Me he tomado la molestia de buscar fotos de esta especie, y voy viendo que cuando más al Norte o cuanto mayor es la altitud a la que se encuentra, la especie presenta más y más isidios. Es simplemente una apreciación personal. El otro, uno que me obligó a darle muchas vueltas y que creo que se trata de un clásico del Gran Norte, Porpidia flavocaerulescens, pero un talo un tanto anómalo. El color rojo del óxido está muy lavado, y supongo que al crecer sobre una roca, un tanto a la sombra de una Calluna, no le permite estar en todo su esplendor, no tiene ningún tipo de reacción química y presenta unos apotecios bastante grandes un tanto pruinosos. Un rato entretenido en uno de los pocos días de sol que tuvimos. Aquí entre líquenes, buscando la perdiz nival y asombrados, imaginándonos al rey vikingo arrojando a la cascada los ídolos que representaban a los dioses de sus antepasados, durante su conversión al cristianismo. Dioses, de los que aquí, se conserva aún su espíritu, y que en pleno tercer milenio, Thor, Odin, Loki, … vuelven a vivir entre las gentes de Islandia.
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