He pasado unos días recorriendo los bosques del P.N. de Redes en Asturias. Ya viene siendo algo habitual en los últimos otoños, y realmente es un lugar cautivador. Inmensos bosques de carballos (Quercus robur) han sido los recorridos en este mes de octubre. Bosques umbríos, a explotar de vida: invertebrados, plantas, setas y dentro de lo diminuto del mundo vegetal, infinidad de líquenes, de musgos y de hepáticas. Realmente no me he dedicado a la botánica, más bien a caminar y a ver pájaros con mis prismáticos, pero realmente he andado con ojos curiosos mirando lo que nos rodeaba. Así, en estos bosques, me han llamado la atención algunas cosas que no estoy acostumbrado a ver o que he visto por primera vez, como ha sido el caso de Lichenomphalia velutina/meridionalis (está todavía por ver). Un basidiolíquen. Los líquenes son una discutida relación simbiótica entre un hongo, por lo general ascomiceto, y un alga o una bacteria con actividad fotosintética. En este caso, el hongo es un basidiomiceto, o sea, en lenguaje llano, una hongo, en simbiosis con un alga, cuya fructificación es una seta.
En estos bosques, hay pocos líquenes epífitos, ya que son muy umbríos. Hay que destacar que en las cortezas, en las zonas más despejadas abundan Flavoparmelia caperata y Pertusaria pertusa. En las ramas altas crece Usnea florida, pero solamente la encuentro en las ramas que han caído al suelo. Por eso lo sé. Lo realmente abundante son los musgos: Leucobryum, Polytrichum y en las zonas más encharcadas, donde rezuma el agua, algunos Sphagnum y hepáticas como Riccia sp. y Preissia quadrata. En este mundo de briofitos, crecen abundantes Peltigera polydactylon, Peltigera horizontalis y una cosita que estoy poco acostumbrado a ver: Solorina saccata. Líquenes propios de los musgos.
Nuestros caminos por los bosques se ven cortados por afloramientos rocosos de calizas carboníferas y cuarcitas. No reparo mucho en las calizas, pero en las rocas silíceas, cuarcitas, en este caso y especialmente en las Foces de Llaímo en la archiconocida Ruta del Alba, encuentro además de muchos viejos conocidos, algunos que me resultan raros: Collema ryssoleum, Chrysothryx chlorina y Dermatocarpon minatum.
Eso sí, mucho verde, mucha agua y mucha vida.
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