Cada vez que me acuerdo… ¡me pica todo!. En general maravillosas playas en Isla Colón, y más maravillosas aún en la localidad de Bocas del Drago, no muy lejos de la capital. Mar cristalino, fondos llenos de estrellas de mar, infinitos manglares, calor, arena finísima y … las chitras, haciéndote la vida imposible. La primera sensación es de que pica algo muy levemente, pero que en un principio uno piensa que es la arena pegada en la piel, la sal del mar, pero llega un punto que empieza a ser incómodo, y con la lupa observa que hay una diminuta mosca picando en la piel. Es una mosca del género Phlebotomus, del tamaño de una cabeza de alfiler, que acaba haciéndote la vida imposible en todo lo que sean playas y manglares. Además el ciego sol es implacable, con lo cual uno donde más disfruta, no es precisamente perdiéndose por el manglar, con los líquenes y los pájaros, sino nadando. No obstante, lo más destacado, o al menos lo que soy capaz de reconocer en estos árboles acuáticos son algunas cosas que ya ví en Cayo Carenero. Hice dos bonitas fotos. Una es de una Coccocarpia palmicola, a la que parece que un alga Trentepholia le está haciendo la vida imposible (como a mí las chitras). No he encontrado que especie de alga es el fotobionte de este líquen, por si ésta especie de alga se le ha desmadrado, pero señalar que además tiene otro fotobionte: una cianobacteria Scytonema. La otra es de Parmotrema cristiferum. Aquí por lo menos, estas dos especies son abundantes, creciendo como epífitos en los manglares.
El que vaya a Panamá, a Bocas del Toro, seguro que las chitras, a pesar de su diminuto tamaño, caerá en la cuenta de ellas.
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