Nueva escapada de fin de semana a Bélgica. Esta vez ha hecho, o más bien debería decir, que he sufrido un bochorno que no dejaba ni pensar. Prefiero los meses de julio y agosto, esas tardes de sol y moscas, rozando los 40ºC, que los "días que hace bueno en Bélgica". Aproveché con mi crío para estar al fresco en los bosques de ribera que crecen en los encharcamientos del río Dijle en el entorno de Malinas, concretamente en la reserva natural de Mechelsbroek. Tiempo hacía que no iba por allí y la verdad, a pesar del bochornazo, hicimos algunas observaciones de fauna bastante interesantes: anoté en mi lista personal una especie nueva, el zarcero icterino (Hippolaïs icterina), una magnífica colonia de gaviotas reidoras y de avefrías, los siempre bonitos tarros blancos, un topo que fue la delicia de mi niño, y dos impresionantes carpas de hierba Ctenopharyngodon idella, especie introducida, de algo más de 1 metro de longitud.
Liquenológicamente, pues Bélgica, o al menos Flandes es lo que es. Pocos líquenes y los que hay muy generalistas. Supongo que esos días de invierno, de niebla, de smog, que presentan altas concentraciones de SO2, junto con que estos bosques son muy, muy sombríos, tienen la culpa. Así, dentro de la escasez de líquenes epífitos que encontramos, el más abundante de largo es Physcia adscendens, y luego ya cositas aquí, y allá: Xanthoria parietina, Punctelia subrudecta, Evernia prunastri, con un aspecto realmente lamentable y Candelaria concolor. Sorprendentemente, raro pero presente, es Lepraria incana, un ubicuo líquen de las zonas arboladas de esta región.
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Physcia adscendens, Mechelsbroek, Mechelen (Antwerpen, Bélgica), junio 2011 |
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Xanthoria parietina, Mechelsbroek, Mechelen (Antwerpen, Bélgica), junio 2011 |
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Punctelia subrudecta, Mechelsbroek, Mechelen (Antwerpen, Bélgica), junio 2011 |
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