Por circunstancias inexperadas acabé la semana pasada, pasando media mañana en la ciudadela de Namur, en la parte francófona de Bélgica. La verdad es que tanto el casco histórico como la ciudadela que domina la ciudad en la confluencia de los ríos Mosa y Sambre, merecen la pena para el turismo normal. Y también para pasar un buen rato viendo líquenes. Siempre que voy a Bélgica, acabo en Flandes, zonas llanas, muy arboladas, pero con pocos relieves que permitan el explendor de los líquenes rupícolas.
Aquí, en la confluencia de los dos ríos, hay un anticlinal de libro, en el que se ve el plegamiento en forma de A, formación Namuriense, constituida a grandes rasgos por acumulación de estratos de areniscas grises y esquistos del Carbonífero, con abundantes filtraciones de sílice, en una sedimentación marina muy variadas: deltaica, en aguas someras, en flytch, ... Para saber más, pinchar aquí.
Este anticlinal,a la sombra de la espectacular ciudadela, está cubierto por unos interesantes bosquetes y aflora la roca a la vista en pocos lugares, con los estratos frente a nosotros, lo que hace que sean superficies muy erosionables y no tengan muchos líquenes. Encuentro al menos 2 especies: un viejo conocido Stereocaulon microscopicum y Lecanora albescens.
Muchas de las piedras utilizadas en la construcción de la ciudadela son calizas fosilíferas, seguramente jurásicas por lo que pude ver y que deben de venir de canteras de otras partes de Wallonia, y que aportan interesantes observaciones de líquenes. Básicamente sólo reparo en las superficies horizontales donde encuentro sobre todo Aspicilia calcarea, Lobothallia radiosa y Caloplaca flavescens. Ya con calma, aparece Verrucaria nigrescens y Xanthoria parietina, unas pequeñas Caloplaca: C.decipiens y C. holocarpa y la siempre ubicua Lecanora polytropa.
El entorno magnífico y con mucha histórica. Merece la pena leerse el libro de Barbara W. Tuchman "Los Cañones de Agosto" donde habla de esta fortaleza en el contexto del inicio de la Gran Guerra.
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